Estos días he pensado acerca de todo este tema de liberar el texto o conducirlo.
Stanislavsky, hablando del texto, usaba una metáfora que ahora no recuerdo exactamente, pero que usaré con mis propias palabras:
Decía algo así como que el texto era a la vez el primer y el último peldaño de la escalera que sería el trabajo actoral. Primer peldaño, porque de él extraíamos la información en que basar nuestro trabajo de investigación sobre la obra y el personaje, y último, porque todo ese trabajo se cristalizaba en escena en la forma que tiene el personaje de expresarse: la palabra, el texto.
Yo, particularmente, cuando comienzo a trabajar sobre un texto, tengo tantas cosas en la cabeza que no sé por dónde empezar: objetivos, estrategias, caracterización, voz, "uy-no-estoy-haciendo-ni-puta-gracia", "uy-el-director-mira-para-otro-lado-cuando-hablo", "¿estoy-haciéndo-lo-mismo-de-siempre?"... etc, etc...
Sólo consigo esa sensación de que el texto fluya, de que la cosa vaya por sí sola, al cabo de un buen tiempo. Las cosas se han asentado, tengo claro lo que quiero en la escena, veo que no me juego mi carrera con este papel... Y entonces, con mi trabajo hecho, me siento lo suficientemente seguro de mirar al compañero a los ojos. Es entonces, cuando, de vez en cuando, siento que no tengo que pensar la frase que viene a continuación, la emoción que tengo que tener, o me sorprendo de que el otro actor diga el texto de otra manera o haga algo distinto a lo de siempre y me provoque algo que ni con un análisis de texto de diez horas se me habría ocurrido.
En fin, que en mi experiencia, esa sensación de "liberar el texto", "estar en el aquí y ahora", "dejarte llevar" o como lo queramos llamar, la encuentro (cuando aparece) en los últimos peldaños de mi trabajo. Es la guinda del pastel. Para mí resulta tan frustrante intentar alcanzarla cuando apenas he empezado a subir peldaños que prefiero no concentrarme mucho en ella. Sé que está ahí, y que quizás ponga el pie en él, pero desde luego será dentro de un tiempo, cuando deje atrás muchos otros peldaños sin los cuales no podría sostenerme.
Jorge